domingo, 20 de enero de 2013

Notable frustración


Federico Ruiz W.
Politólogo

La llamada Comisión de Notables, ha llegado a la conclusión de sus deliberaciones sobre las reformas necesarias para mejorar nuestro sistema de gobierno y administración. Es una comisión formada por gente de grandes quilates intelectuales, gente seria, gente honorable, gente sin mácula, gente que solo quiere lo mejor para Costa Rica.

En los próximos días nos presentarán aproximadamente 100 recomendaciones de muy diversa índole, analizadas y debatidas entre ellos con sumo cuidado. Algunas ya se han dado a conocer de forma suelta, con una reacción virulenta por parte de quienes, sin dar una alternativa, solo encuentran sosiego en el "no, no, no". Mucho me temo que, sin el valor para enfrentarse a una demagogia y una ignorancia reinantes en el país, las opciones dadas por los Notables, no serán más que un honesto ejercicio académico, cívico y patriótico, sin mayores consecuencias prácticas.

Desgraciadamente, las reacciones ante el anuncio de las propuestas para elevar la cantidad de diputados existentes, así como la carrera parlamentaria, han dejado en evidencia la incapacidad absoluta de un sano debate por parte de la población que ya no piensa, que sigue su programa de prejuicios atizada por los demagogos y respaldada por los populistas. Una población que asume, sin pensar, lo que una prensa irreflexiva les alimenta día con día, de forma cuidadosamente dosificada, con el punto justo para que el veneno pase desapercibido a través de sutiles comentarios en medio de un artículo, o de rimbombantes titulares amarillistas.

Llegará Godot antes que este proceso logre alguno de sus necesarios cometidos. El debate de altura estará asuente, empezando por la élite política, que, llamada a una mayor capacidad de reflexión, se pondrá del lado del fácil populismo. Las reformas urgentes no se darán. La población seguirá esperando una fórmula mágica que no existe, porque incluso cuando se las ponen en la cara, por fuerza de la costumbre, por arrastrar complejos, por falta de una cultura cívica adecuada, la rechazarán sin más. Pocos tendremos el valor de "defender lo indefendible", como se aventurarán a decirnos quienes nunca proponen nada, pero todo lo rechazan.

De qué sirve intentar explicarle que usted como habitante está subrepresentado en la Asamblea Legislativa, con el consecuente alejamiento entre representante y representado, cuando lo que le interesa es ser pesetero y alarmarse porque un aumento de diputados representará un incremento del 0.001% de la economía nacional.

De qué puede valer intercambiar opiniones sobre una carrera parlamentaria que pueda servir para premiar o castigar a buenos y malos diputados, si lo que a usted le interesa es gritar por lo aires que la Asamblea está deslegitimada (como si el grito fuera un remedio para el problema). Ni que decir sobre propuestas más complejas, como la posibilidad de la censura constructiva, la disolución del gabinete, la convocatoria a elecciones legislativas anticipadas por rechazo al programa de gobierno, etc.

Sin embargo, de todo corazón espero estar equivocado. Sueño con que la población y los altos representantes populares, de todos los partidos, asuman el documento como una base para el cambio, que aunque perfectible, es urgente de aprobar. Es mejor arriesgarnos y fracasar intentando, que seguir estancados, dominados por el miedo y los prejuicios. Espero estar muy equivocado, pero no lo creo. Seguiremos tal cual estamos ahora, con una creciente y notable frutración, preguntándonos quién vendrá con la solución a nuestros problemas, pero prestos a decirle que "no" cuando lo haga.

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