domingo, 20 de enero de 2013

Más provincias: ¿para qué?


Federico Ruiz W.
Politólogo

La división político-administrativa del Estado, no solo es un completo desastre, sino que además carece de sentido alguno bajo la legislación que tenemos en estos momentos. Nuestra Constitución divide al país en 7 provincias, los cantones que por ley se establezcan y los distritos que determine el poder ejecutivo. Tenemos, en un territorio de 51.100 kilómetros cuadrados la sorprendente cifra de 81 cantones y casi 500 distritos. ¿Por qué existen San Mateo o San Pablo cuando bien podrían ser parte de un cantón más grande?

Tenemos, como es lógico, un gobierno nacional con su rama legislativa y ejecutiva. Tenemos también gobiernos locales con concejos municipales que toman decisiones y alcaldías que las ejecutan. Tenemos incluso pequeños consejos distritales, liderados por un síndico, que cada vez más se consolidan como entes asesores del concejo municipal en los asuntos relativos a su espacio territorial. Pero ¿qué pasa con las provincias?

En el nivel provincial no existe nada. No hay ni siquiera un representante del ejecutivo (como existía antes), ni un órgano asesor que vele por el desarrollo equilibrado del territorio, nada. La provincia existe para dar un número en la cédula y luego para repartir diputados. Si son solo esas las funciones, no deja de extrañar el deseo de San Carlos y Pérez Zeledón por adquirir su "independencia provincial". Nuevamente ¿para qué?

Si de verdad se quiere seguir partiendo un país pequeño, en pedazos diminutos, por lo menos debería hacerse el esfuerzo por darle sentido a la provincia. Caso contrario, ¿qué sentido tiene? Deberían establecerse mecanismo de gobierno y administración provincial, con las suficientes competencias para ordenar el desarrollo. Un cantón pujante como San Carlos, puede ayudar a la prosperidad de Guatuso, Upala y Los Chiles (muy en sintonía con la idea de las zonas económicas especiales). Con una asamblea provincial, los cantones pequeños le pueden reclamar ayuda a los más desarrollados. Las decisiones de política pública para la región puede ser guiadas desde este espacio, para orientar el desitno de fondos y programas. También serviría de colchón entre lo meramente local y lo nacional.

Por otra parte, la inexistencia de una estructura provincial, por mínima que sea, es lo que facilitia tener diputados de alcantarilla (como me dijera hace unos días una querida amiga). Aquellos legisladores que aprueban partidas para las municipalidades (como si fueran supra alcaldes), aprobando traslados de lotes, impuestos locales, y otras cosas que bien podría hacer una entidad intermedia.

Si dividimos el país administrativa y políticamente, lo lógico es que en sus diversas divisiones exista una unidad de gobierno y administración. Al final la decisión debe ser entre eliminar las provincias por carecer de sentido, o fortalecerlas dándoles funciones. Yo voto por la última.

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