viernes, 31 de diciembre de 2010

Haciendo historia

Federico Ruiz W.
Politólogo

El 2010 fue un año histórico para Costa Rica y me siento profundamente orgulloso de haber sido parte de sus dos momentos más importantes. Uno de ellos por decisión propia, el otro gracias a la fortuna...

Un grupo muy grande empezamos el año buscando, con todas nuestras fuerzas, llevar a una mujer a la presidencia de la República. El trabajo fue intenso, cívico, profundamente democráctico, y dio resultado el primer domingo de febrero, cuando Laura Chinchilla logró un impresionante triunfo en las elecciones presidenciales. En ese momento me sentí parte de la historia nacional, habiendo puesto, junto con miles de personas más, un pequeñísimo grano de arena.

No sabía que terminaría el 2010 en Washington, D.C., en la Misión Permanente de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos, muchos menos era imaginable pensar que el 31 de octubre, fuerzas militares nicaragüenses invadirían el territorio nacional.

Ese domingo, mientras veía un partido de fútbol americano, recibí dos llamadas: una de Costa Rica, donde se me avisaba por primera vez de los acontecimientos y que estuviera atento, luego otra del Embajador Enrique Castillo convocando una reunión de emergencia en la embajada a las 8 de la noche para esperar noticias desde San José y decidir sobre las acciones que nos correspondían.

La primera batalla diplomática se libraría en la OEA, y sin yo quererlo, era nuevamente parte de un acontecimiento histórico. Algún día, cuando haya pasado suficiente tiempo y las ideas estén más claras, espero poder hacer un recuento de todo lo que pasó desde el último día de octubre hasta el final del ciclo el 7 de diciembre (si es que ese es el fin de la historia).

Lo que sí puedo decir ahora, es que en poco más de un mes el equipo de trabajo de Cancillería, liderados por el Ministro René Castro y el Vicecanciller Carlos Roverssi, junto con el equipo de trabajo de la OEA, bajo la batuta del Embajador Castillo, trabajamos días y noches sin dormir, con profundo patriotismo, por defender el territorio nacional con nuestra arma más potente: la razón.

Queriendo o sin querer, participé en eventos de un año que difícilmente se olvidará. Ahora llegará un 2011 lleno de misterios por resolver...

miércoles, 1 de diciembre de 2010

¿Por qué gana el de mayor edad?

Federico Ruiz
Politólogo

En mi conocido fanatismo por seguir campañas electorales de todo tipo, una vez me puse a seguir, de forma muy tangencial, el "conclave" de los Hermanos Maristas para elegir a su Superior General.

Lo primero que me llamó la atención fue la composición de su mesa principal: el presidente sería el Hermano de mayor edad presente y curiosamente el secretario sería el Hermano de menor edad presente.

Me hizo mucha gracia que en ese sistema se reconociera que la persona más joven (independientemente de su edad), tuviera la capacidad para desenvolverse en una tarea tan complicada. Cosa por demás obvia, ¿o es que acaso uno se convierte en un completo anodino cuando tiene a una persona más vieja a la par?

Sin embargo en Costa Rica, seguimos arrastrando vicios del pasado y un reconocimiento a las personas de menor edad no se da. Uno de ellos está en la Constitución Política, en un caso prácticamente imposible de cumplir: cuando dos candidatos presidenciales, luego de una segunda ronda, lleguen a empatar en número de votos, la Presidencia de la República la obtiene el candidato de mayor edad.

Cuando hablamos de los gobiernos locales el asunto es peor. Basta que en las elecciones para alcaldes, síndicos, síndicos suplentes e intendentes, en caso de un empate en primera ronda, gana el de mayor edad y de una vez con su respectivo suplente (artículo 202 del Código Electoral).

Es también dificilísimo que en una elección local se de un empate númerico y que tan absurda norma se aplique. Pero si algo he aprendido de elecciones relativamente pequeñas, donde además hay un alto abstencionismo, es que esas eventualidades pueden suceder.

La pregunta obligatoria es: ¿a cuenta de qué, en caso de un empate, debe declararse triunfadora la persona de mayor edad? Eso me parece tan aberrante, como si la norma dijera "en caso de empate entre un hombre y una mujer, gana el hombre". ¿Por qué no hacer una norma donde el candidato de menor edad es quien triunfa?

Me dirán que es una exageración y que claramente no es lo mismo comparar las capacidades del género, con una supuesta "mayor experiencia para el servicio público dada por la edad y que debe ser reconocida de alguna forma".

Pero ¿quién dice que estamos hablando de un candidato A que tiene 80 años, frente a un candidato B que tiene 25? ¿No podrá tener candidato A 48 años y candidato B 47? ¿Es acaso tanta la diferencia en un año, o en un mes, o en un día, que deba violentarse el más elemental de los principios democráticos para hacer ganador a una persona, por algo tan circunstancial como la edad?

Porque seamos sinceros, una norma de ese tipo, nos dice principalmente dos cosas:

1. Somos tan tacaños que no estamos dispuestos a financiar una segunda ronda electoral para ver si nuevamente SON LOS VOTANTES quienes definen sus representes; y

2. Burlamos la voluntad del votante, que en realidad lo que ha dicho (mediante esa casualidad matemática), es que de forma TRANSITORIA ningún candidato tiene la mayoría requerida.

Soy partidario al cien por ciento, que en el remotísimo caso de un empate, sea necesaria una nueva elección a pesar del costo, porque en una elección lo que importa es la voluntad del electorado. Pero en ultimísima instancia, si por cosas de la vida ese empate persistiera, creo más en la fuerza del azar, que en una disposición discriminatoria por razones de edad.


1 de diciembre

Federico Ruiz
Politólogo

El 1 de diciembre debería ser uno de los días más celebrados en Costa Rica, y sin embargo, pasa casi por completo desapercibido. Propio de un país del que estoy cada vez más convencido, valora más su legado histórico por pura conveniencia coyuntural, que por verdadero sentido de lo propio.

Hace 189 años entró a regir de forma provisional la llamada "primera Constitución Política" de Costa Rica: "el Pacto de Concordia". Es el verdadero primer acto de todo el país demostrando de forma inequívoca su deseo de independencia, tanto de España, como de la Diputación Provincial de León en Nicaragua. El 1 de diciembre de 1821 Costa Rica le grita al mundo que a partir de ese momento, es el propio país el que decidirá de forma unitaria, su futuro. Un proceso que nos resultó muy complicado y que empieza a consolidarse dos años después luego de la Guerra de Ochomogo, cuando republicanos derrotan a monárquicos.

Por la razón anterior es que el suscrito prefiere que se celebre la independencia de Costa Rica el 1 de diciembre. Entiendo que algunos quieran que sea el 29 de octubre, cuando Cartago se separa de España y se adhiere al imperio mexicano. Mi problema con esa fecha es que representa solo el sentir de una parte de Costa Rica (Cartago) y aunque la decisión en sí es independiente de los designios de España, al final resulta una sumisión a otro Estado.

Ahora bien, si celebrar la independencia un 1 de diciembre podría resultar muy etéreo y con poco sabor, el otro gran acontecimiento que deberíamos recordar para esta fecha es la abolición del ejército como institución permanente.

Hace 62 años, don Pepe Figueres de forma visionaria y a pesar de ser el comandante triunfador de una noble revolución, elimina la existencia de las fuerzas armadas. Acto posteriormente reconocido en la Constitución Política de 1949.

Hoy, por la fuerza de las circunstancias, ante la invasión nicaragüense, nos vemos obligados a recordar todos los días que no tenemos ejército, que nuestras armas son la diplomacia y el derecho internacional. Pero muy pocos, tienen conciencia de la fecha que dio inicio a esta cualidad del ser costarricense. No es el 11 de abril cuando nos acordamos de Juan Santamaría, el 25 de julio cuando nos acordamos de la anexión de Guanacaste o el 15 de setiembre cuando celebramos una independencia ajena.

Hace pocos días el Dr. Kevin Casas propuso con mucho tino, que el 1 de diciembre sea declarado "feriado" para realzar el simbolismo de la abolición del ejército. Propuesta tomada a la exdiputada Hilda González quien la presentó a la Asamblea Legislativa hace un tiempo y que ojalá algún diputado actual la acoja.

Ya sea porque un 1 de diciembre promulgamos nuestra primera Constitución Política, o porque se conmemora la abolición del ejército, esta fecha debería estar mucho más presente en el ideario tico. Pero incluso, aunque nuestro Congreso se haga de la vista gorda, un grupo de ciudadanos de forma independiente deberían celebrar esta fecha patria, para que quede constancia de un pueblo agradecido con aquellos que definieron nuestra forma de ser.