sábado, 17 de noviembre de 2012

¿Por qué NO reeligieron al magistrado Fernando Cruz?


Por: Daniel Calvo Sánchez y Federico Ruiz Wilson. / Politólogos.

Lo primero que todos se preguntan es: ¿qué le cobran los diputados a Fernando Cruz?Nada, a él no se le cobra nada, es a TODOS LOS MAGISTRADOS QUIENES COMPONEN LA SALA IV, no personalicemos el asunto, si fuera así, recordemos que el magistrado Armijo prácticamente en todas las resoluciones famosas ha votado de la misma manera que Cruz y fue reelecto en 2010 sin ningún problema.

¿Qué le cobran algunos diputados a la Sala IV? Como bien lo ha dicho el diputado Fabio Molina, la extralimitación de sus funciones y su intromisión en las decisiones del Poder Legislativo, prueba de ello es que actualmente se tramita en la Asamblea Legislativa un proyecto de reforma al tratamiento de la jurisdicción constitucional que tiene entre sus principales objetivos delimitar sus funciones.

Los diputados le reprochan a los magistrados de Sala IV su defensa de un excesivo formalismo parlamentario, que con muchos de sus votos han convertido el procedimiento legislativo en una receta de cocina rígida, impidiendo que la amplia mayoría pueda ejercer efectivamente su poder, lo que pone en peligro –según su criterio – la estabilidad política y la gobernabilidad del país.

¿Cuál fue la gota que derramo el vaso? Sin duda alguna el 208 bis, sobre todo por la coyuntura en la que se tiene que decidir la reelección o no de Fernando Cruz, justo después del fracaso del plan fiscal.

Fue principalmente la coyuntura la que castigo a Cruz, el “corte de su cabeza” es un mensaje claro de los diputados que votaron en contra de su reelección al resto de magistrados de la Sala IV, a quienes más de un diputado también les gustaría quitar, pero por el momento no han tenido oportunidad como sí tuvieron ahora con Cruz.

Pero entonces ¿cómo explicar el voto de los representantes de otros partidos políticos quienes estuvieron en contra del Plan Fiscal? En el caso de la fracción del ML y algunos diputados del PUSC, recordar el nuevo pacto denominado “CalderOttismo”, creo que aunque agradecidos con Cruz y todos los Magistrados que votaron en contra del 208bis en el caso del Plan Fiscal, están conscientes que pudieran necesitar en algún momento esta herramienta para tramitar proyectos de su interés.

Los constituyentes, en la Carta Magna en 1949 definieron que la decisión de nombrar magistrados del Poder Judicial corresponde a la Asamblea Legislativa. De esta forma, determinaron que la elección recaería, no solo del cuerpo que tiene la máxima representación popular, sino en la más política de todas las instituciones. La decisión para elegir a un magistrado no es técnica, es política.

Siguiendo lo establecido en la Constitución Política, la Asamblea Legislativa mediante un procedimiento institucional y legalmente correcto, tomó una decisión política y eso ni atenta contra la división de poderes, ni puede ser considerado dictatorial con una mayoría calificada, ni se está sacando a un magistrado independiente (que lo es en tanto esté de acuerdo con nuestros criterios).

Reiteramos, la decisión de los diputados es política y como tal, debe ser luego evaluada por la ciudadanía en las urnas. Si la mayoría de la población considera desacertada, o especialmente grave, la no reelección del señor Cruz, entonces que exprese esa insatisfacción castigando a los partidos políticos responsables y dándole los votos a otros. Así funciona una democracia.

Si lo que se quiere es quitar la elección y remoción de magistrados por parte del Congreso, pues también existen los mecanismos para cambiar la Constitución Política. A lo mejor se quisiera tener el sistema de EEUU donde el  PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE TURNO PROPONE A JURISTAS CERCANOS A SU IDEOLOGÍA, los pasa por el filtro del senado y una vez confirmados, quedan de por vida en el puesto. Si lo que existe no le gusta a la mayoría, entonces conviene que se expongan las alternativas y lo que eso implica. Sin embargo, ya es hora de que la gente deje de decir cosas absurdas solo porque no les gusta una decisión.

La hipocresía del Poder Judicial



Federico Ruiz W.
Politólogo

Todos y cada uno de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia fueron elegidos por la Asamblea Legislativa. Algunos con 29 votos, otros con 38 (según la norma vigente en ese momento), algunos con comisión de nombramiento, otros sin comisión de nombramiento.

Muchos (los más nuevos especialmente), hicieron lobby, campaña política para ser elegidos. Véase el caso de la Magistrada doña Doris Arias de la Sala Tercera, quien al momento de su elección dijo que le había pedido directamente el voto a por lo menos 20 diputados. Como ella, muchos han hecho su campaña para tener el favor político de los diputados*.

Para ser elegidos sí corren a buscar a los diputados, pero cuando les llega la hora de mantenerse en el puesto se consideran que están por encima del bien y del mal, que no hace falta hacer mayor cosa pues son inamovibles, que no tienen una responsabilidad política (sí, política) por sus decisiones.

Basta revisar las actas de la Asamblea Constituyente para darse cuenta que el tema de la inamovilidad de los magistrados fue discutida y rechazada. Lo que se estableció fue un régimen de estabilidad, y justo por ello se requiere una mayoría tan difícil de conseguir (la misma que para hacer cambios a la letra de la Constitución).

Si lo que se quiere es cambiar el sistema de elección, que ya no sea una decisión política de la Asamblea Legislativa, sino por otro medio, entonces se cambia las reglas del juego. Si lo que se quiere es que los magistrados sean vitalicios (con lo buenos, malos o mediocres que pudieran resultar), pues se cambian las reglas del juego. Si lo que se quiere es convertir al Poder Judicial es un supra poder que no esté sujeto a ningún tipo de control, pues se cambian las reglas del juego. Pero que se cambien después de una discusión seria, alejada de las pasiones.

Lo que no se vale, es hacer la de los chiquitos que agarran la bola y se la llevan para la casa. Lo que no se vale, es poner en entredicho el sistema que los eligió, solo porque a uno, utilizando el mismo sistema por el que resultaron electos, no lo reeligieron. Nuestros Constituyentes, al poner en manos de la Asamblea Legislativa la decisión de elegir y la decisión de no reelegir a los magistrados, tomaron la determinación de que el debate fuera 100% político.

No esperen discusiones, argumentos o conclusiones jurídicas en un foro donde todo es político. Podremos estar de acuerdo o en desacuerdo con las razones políticas. Nos parecerán más o menos inteligente los argumentos que dan los diputados, pero hay que entender que son políticos y no jurídicos. Luego será la ciudadanía la que decida si los diputados actuaron bien o mal.

No llevan razón el Magistrado Román Solís, o la Magistrada Ana Virginia Calzada al decirle a la Asamblea Legislativa cuáles son las razones por las que se puede quitar a un magistrado y cuáles no. Eso no está escrito en la Constitución y es prerrogativa de los diputados, según su buen entender, determinar qué constituye causa para que un alto juez siga o no en su cargo. Acotarle a un diputado los motivos por los que debe votar de una u otra forma, desde el cargo de magistrado, es absolutamente reprochable.

La quiebra de la institucionalidad del país no viene de quien sigue la ley, ni los procedimientos derivados de la Constitución. La ruptura de la institucionalidad, viene más bien de quienes pretenden alzarse contra el sistema establecido, del que se han visto directamente beneficiados, solo porque ahora, que opera en contra, no les gusta.

Ya es suficiente semejante hipocresía en el poder judicial. A los magistrados los eligen políticos, con criterios políticos, con mayoría calificada. A los magistrados los quitan políticos, con criterios políticos, con mayoría calificada.  

Respeten la Constitución que juraron defender, que tiene las reglas claras. Promuevan, si así lo quieren, reformas a nuestra Carta Fundamental para que el sistema sea distinto, pero todo dentro del marco de la ley, no con llamados absurdos e irresponsables de protestas en las calles.