Federico Ruiz W.
Politólogo
El 2010 fue un año histórico para Costa Rica y me siento profundamente orgulloso de haber sido parte de sus dos momentos más importantes. Uno de ellos por decisión propia, el otro gracias a la fortuna...
Un grupo muy grande empezamos el año buscando, con todas nuestras fuerzas, llevar a una mujer a la presidencia de la República. El trabajo fue intenso, cívico, profundamente democráctico, y dio resultado el primer domingo de febrero, cuando Laura Chinchilla logró un impresionante triunfo en las elecciones presidenciales. En ese momento me sentí parte de la historia nacional, habiendo puesto, junto con miles de personas más, un pequeñísimo grano de arena.
No sabía que terminaría el 2010 en Washington, D.C., en la Misión Permanente de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos, muchos menos era imaginable pensar que el 31 de octubre, fuerzas militares nicaragüenses invadirían el territorio nacional.
Ese domingo, mientras veía un partido de fútbol americano, recibí dos llamadas: una de Costa Rica, donde se me avisaba por primera vez de los acontecimientos y que estuviera atento, luego otra del Embajador Enrique Castillo convocando una reunión de emergencia en la embajada a las 8 de la noche para esperar noticias desde San José y decidir sobre las acciones que nos correspondían.
La primera batalla diplomática se libraría en la OEA, y sin yo quererlo, era nuevamente parte de un acontecimiento histórico. Algún día, cuando haya pasado suficiente tiempo y las ideas estén más claras, espero poder hacer un recuento de todo lo que pasó desde el último día de octubre hasta el final del ciclo el 7 de diciembre (si es que ese es el fin de la historia).
Politólogo
El 2010 fue un año histórico para Costa Rica y me siento profundamente orgulloso de haber sido parte de sus dos momentos más importantes. Uno de ellos por decisión propia, el otro gracias a la fortuna...
Un grupo muy grande empezamos el año buscando, con todas nuestras fuerzas, llevar a una mujer a la presidencia de la República. El trabajo fue intenso, cívico, profundamente democráctico, y dio resultado el primer domingo de febrero, cuando Laura Chinchilla logró un impresionante triunfo en las elecciones presidenciales. En ese momento me sentí parte de la historia nacional, habiendo puesto, junto con miles de personas más, un pequeñísimo grano de arena.
No sabía que terminaría el 2010 en Washington, D.C., en la Misión Permanente de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos, muchos menos era imaginable pensar que el 31 de octubre, fuerzas militares nicaragüenses invadirían el territorio nacional.
Ese domingo, mientras veía un partido de fútbol americano, recibí dos llamadas: una de Costa Rica, donde se me avisaba por primera vez de los acontecimientos y que estuviera atento, luego otra del Embajador Enrique Castillo convocando una reunión de emergencia en la embajada a las 8 de la noche para esperar noticias desde San José y decidir sobre las acciones que nos correspondían.
La primera batalla diplomática se libraría en la OEA, y sin yo quererlo, era nuevamente parte de un acontecimiento histórico. Algún día, cuando haya pasado suficiente tiempo y las ideas estén más claras, espero poder hacer un recuento de todo lo que pasó desde el último día de octubre hasta el final del ciclo el 7 de diciembre (si es que ese es el fin de la historia).
Lo que sí puedo decir ahora, es que en poco más de un mes el equipo de trabajo de Cancillería, liderados por el Ministro René Castro y el Vicecanciller Carlos Roverssi, junto con el equipo de trabajo de la OEA, bajo la batuta del Embajador Castillo, trabajamos días y noches sin dormir, con profundo patriotismo, por defender el territorio nacional con nuestra arma más potente: la razón.
Queriendo o sin querer, participé en eventos de un año que difícilmente se olvidará. Ahora llegará un 2011 lleno de misterios por resolver...
Queriendo o sin querer, participé en eventos de un año que difícilmente se olvidará. Ahora llegará un 2011 lleno de misterios por resolver...
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