jueves, 14 de octubre de 2010

Defendiendo el "Subcociente"

Federico Ruiz
Politólogo

Con cierta frecuencia, en nuestro país vuelve a la palestra el debate sobre la conveniencia o no, del sistema de asignación de escaños que tenemos, mediante el sistema de cociente, subcociente y residuo mayor.

De entrada es importante hacer varias aclaraciones:

1. El sistema de asignación de escaños (cuantos diputados o regidores le corresponden a cada partido), no es lo mismo que el sistema de elección (cómo se eligen los diputados o regidores -por provincia, por regiones, por listas, por nombre, etc-).

2. La asignación de escaños busca un balance entre, manifestar la voluntad popular de la forma más certera posible, y garantizar un mínimo de representatividad, así como evitar una concentración de poder en pocas fuerzas.

3. No existe un sistema de asignación perfecto y créanme que en el mundo se han intentado las más diversas fórmulas, con los más diversos resultados.

4. Costa Rica tiene un sistema de representación proporcional. Eso lo que quiere decir es que el sistema está diseñado, en teoría, para manifestar las diversas corrientes posibles, en proporción a los votos obtenidos en unas elecciones.

Dicho lo anterior, creo que nuestro sistema actual no es tan perverso y lo que necesita es un ajuste mínimo, que basta con un simple cambio de criterio en la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Elecciones, para que sea un poco más justo.

Recordemos por un momento cómo funciona el procedimiento (usaré la elección de diputados como ejemplo, pero es lo mismo para regidores o miembros de Consejo de Distrito):

1. La elección de diputados, es por provincia. Hay dos números que se deben tener presente: la cantidad de votos válidos que se emiten, y la cantidad de diputados que le corresponden a ese territorio.

2. El cociente es la división del número de votos válidos, entre la cantidad de diputados que hay en esa provincia. En una primera ronda de asignación de diputados, se da cada partido, tantos diputados, como cocientes hayan obtenidos, empezando por quien haya sacado mayor cantidad de votos.

3. Suele suceder, que no siempre se llega al cociente, o incluso, por más que un partido (o dos, o tres), hayan obtenido esa cifra mínima, quedan todavía escaños por asignar. ¿Qué se hace entonces? Se pasa a una segunda ronda de asignación, en la que participan los partidos que hayan obtenido cociente, con el residuo que les quede, más aquellos partidos que hayan superado la barrera del subcociente. El subcociente, no es más que el cociente dividido entre dos.

Los votos de los partidos que entran en la segunda ronda de asignación se consideran residuos, que compiten con los residuos de los partidos que participaron en la primera ronda. Por lo general, estos últimos son algo menores, que los de aquellos partidos que ingresan a competir en la segunda ronda. Hay por tanto, en principio, una mayor posibilidad de que nuevos partidos obtengan un diputado más.

4. Hay ocasiones, en las que incluso, después de una segunda ronda de distribución, quedan curules por definir. En la última se dio en el caso para otorgar el último diputado por la provincia de Heredia. Como dicen en mi pueblo: "aquí es donde la mula botó a Genaro".

El Código Electoral, establece que para esos casos, se debe seguir lo dispuesto anteriormente. El TSE ha interpretado que eso significa seguir el procedimiento a partir de la segunda ronda de asignación. Eso quiere decir, que vuelven a jugar todos los partidos que han superado la barrera del subcociente, con exactamente el mismo residuo.

Ahora bien, luego de explicar con alguna brevedad el sistema, ¿por qué es importante el subcociente?

Imaginemos por un momento que no exista la barrera del subcociente y se juegue únicamente con los cocientes. Lo más probable es que todos los escaños se repartan solo entre partidos que han alcanzado el cociente, eliminando la posibilidad de que otras agrupaciones políticas votadas, y que representan con alguna fuerza cierto segmento de la población, se vean imposibilitadas de participar en el parlamento. Aquí el subcociente funciona como una oportunidad para que más partidos puedan elegir dipuatdos.

Otro caso sería que sin subcociente, luego de asignar los diputados a aquellos partidos que obtengan cociente, se siga para abajo en la lista en orden decreciente. Esto más bien puede provocar el efecto contrario, más partidos de los que verdaderamente tengan una fuerza representativa, llegan a la Asamblea "representando" a un sector diminuto de la población, a costa de partidos que tiene muchísimos más votos y por lo tanto, mayor legitimidad. Algunos partidos no tendrían motivación para sacar mayor cantidad de votos, sino que apostarían a lograr un escaño, con una muy pequeña cantidad.

Por tanto, el subcociente sirve tanto para garantizar que un número razonable de partidos tengan representación en la Asamblea, y al mismo tiempo asegurar que ni se concentre el poder en pocas manos, ni que se diluya demasiado.

Ahora bien, volviendo a la mula de Genaro, nuestro sistema actual, podría ser perfeccionado si el TSE cambia de criterio y en una eventual tercera ronda de asignación de escaños, no parte lde o dispuesto para la segunda, sino que vuelve al puro principio, garantizando que quien más votos obtuvo, mayor representación debe tener.

Nótese el absurdo que en las pasada elecciones, a pesar de que el PLN casi dobla en votos al PAC en la provincia de Heredia, ambos tienen igual cantidad de diputados, justo por la interpretación del Tribunal. Por supuesto, esto también se podría arreglar en la Asamblea Legislativa, pero ya sabemos como funcionan las cosas ahí.

No soy necesariamente fanático de nuestro sistema de asignación, pero como ven, no es del todo descabellado. Si se va realizar un cambio en este sentido, creo que vale mejor entrar de una vez, con el bisturí hasta el fondo, para hacer las reformas necesarias a todo el sistema político, incluyendo la carrera parlamentaria, las listas nacionales y por qué no, pensar también en ciertas fórmulas de representación uninominal... pero ese es enano de otro cuento.


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