martes, 10 de enero de 2012

Triunfó el terror

Federico Ruiz W.
Politólogo


La secuencia de eventos resultó providencial para ejemplificar el grave problema de toma de decisiones que tenemos. El lunes 9 de enero, en el programa radial "Nuestra Voz" de la ilustre periodista Amelia Rueda, la Directora Ejecutiva del Consejo para la Promoción de la Competitividad doña Clotilde Fonseca, expuso con toda claridad que los funcionarios públicos tiene un pánico absoluto para la toma de decisiones, pues la condena por un eventual fracaso (o por el disgusto de la medida) es fulminante. Las acusaciones de corrupción, faltas a la ética, "chorizo", ineptitud, solicitudes inmediatas de renuncia, demandas de encarcelamiento, son típicas de escuchar.

Las consecuencias para el funcionario (con eventuales persecusiones de tipo penal), por el solo hecho de asumir el riesgo de gobernar son tan altas, que lo mejor es evitar tomar decisiones y simplemente quedarse administrando lo que ya existe.

Justo un día después, se conoce una decisión adoptada en noviembre pasado por la Junta Administradora del Estadio Nacional, acuerpada por el señor Ministro de Deportes don William Todd, que consiste en reservar más de dos mil entradas de cualquier evento que se realice en dicho estadio, para ser otorgadas a personas que por sus condiciones económicas en situaciones normales no podría asistir a eventos deportivos o culturales. Las entradas las administran entidades como el Consejo Nacional de la Persona Adulta Mayor (CONAPAM), el Centro Nacional de Rehabilitación (CENARE) o el Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) y se rotarán por provincias.

Esa es una típica política de gobierno, que podrá ser debatida, compartida o no, pero que es legítima, es válida, y además es absolutamente ética. Es además una medida que particularmente me gusta, pues la considero progresista, que busca incrementar el acceso de quienes menos tienen a espectáculos que mejoran su dignidad como seres humanos y ayuda a que se realicen más como personas. Sin embargo entiendo perfectamente a aquellos que, con un pensamiento conservador e individualista extremo, puedan estar en contra.

A pesar de ser una decisión válida, la condena fue inmediata. En las redes sociales se pidió la renuncia del señor Todd, porque se parte de la premisa que algo corrupto existe detrás de todo. Justamente doña Amelia (en su absoluto derecho de crítica y presión), determinó que la medida es un error y que está segura que esas entradas llegarán a los "pegabanderas", familiares y todas aquellas personas a las que no están originalmente destinadas. Cuando conversó con el Ministro le solicitó que este "problema" se resolviera de alguna forma, por mejores intenciones que tuviera el jerarca.

Lo lamentable es que el señor Ministro flaqueara ante el terror que implanta la opinión pública. Señaló que si la medida no gusta (porque así lo expresaron algunas persoans) se va a quitar. Queda entonces expuesto a cabalidad lo dicho por doña Clotilde: el funcionario es hoy una persona acusada de poco ética porque tomó una decisión que a algunos no les gustó. Le hubiera ido mejor si no tiene ideas y simplemente se dedica a administrar un inmueble.

La política adoptada no será perfecta (nunca lo son). Esperarse hasta ahora para comunicarla no habrá sido la mejor decisión. Pero hasta que no entendamos que gobernar incluye cometer errores, que tener ideas distintas no hace de la otra persona un corrupto y que no siempre hay intenciones secretas, vamos a seguir con un régimen del terror, donde la inacción será la regla.