lunes, 24 de enero de 2011

Acertijo electoral

Pasquín de Fritzburgo
Año 1 - Vol 1 - Ed 1

El recién creado "Estado Puro, Noble y Casto de Fritzburgo" está un dilema y solicita la ayuda e imaginación del estimable lector para resolverlo.

Los sabios constituyentes de la nación han decidido que el Primer Premier, líder indiscutible por mandato popular, se vea acompañado para tomar las decisiones por un Consejo Político Superior, el cual estará formado por un único representante de las diez provincias que forman Fritzburgo.

Estos diez representantes, por supuesto serán elegidos cada uno en su región, por voto popular directo. Sin embargo, el Consejo Electoral Bien Ñoño de Fritzburgo ha dicho que, para ir con el espíritu de los tiempos, debe existir absoluta paridad de género en el Consejo Político Superior (cinco buenos hombres y cinco buenas mujeres públicas del país).

Los sabios constituyentes se están quebrando la cabeza para ver cómo se garantiza paridad de género en un órgano colegiado que proviene de sistemas de elección uninominal (uno por provincia).

¿Podría algún lector de este Pasquín, ayudar a los sabios del Estado Puro, Noble y Casto de Fritzburgo a tener paridad de género en su Consejo Político Superior?

jueves, 13 de enero de 2011

El peligro de la mala prensa

Federico Ruiz
Politólogo

Hace pocos días, un joven mentalmente desequilibrado, abrió fuego en Arizona, hiriendo a muchas personas, incluyendo a una congresista y matando a varias otras, incluyendo a una pequeña niña. De inmediato se inición en Estados Unidos un debate sobre la violencia en el discurso político tanto en comentaristas, como en periodistas y los propios políticos. ¿Será acaso que la palabra de un periodista puede motivar a alguien a tomar armas contra un representante popular?

Debo reconocer que en ese debate me mantuve muy dubitativo, hasta que algo más cercano me confirmó cuan peligrosa es la pluma del periodista, si se quiere utilizar para generar escándalos que vendan.

El periódico La Nación, en una nota del periodista Alvaro Murillo, publica el titular: "Canciller Castro ve necesario reconsiderar tradición pacifista" y en su primer párrafo dice:

"Es hora de reconsiderar el pacifismo que caracteriza a Costa Rica. Es hora de armar fuerzas de seguridad que no se llamen ejército, pero que tengan capacidad de defensa contra ejércitos extranjeros en eventuales confrontaciones."

La noticia generó una profunda indignación en muchísimas personas, quienes sin más, empezaron a decir que el Gobierno de la Presidenta Chinchilla, especialmente a través de su Canciller René Castro y su Ministro de Seguridad José María Tijerino, están empeñados en crear un ejército en Costa Rica.

Pero nada más alejado de la verdad. Basta leer la entrevista COMPLETA que le hiciera Radio Nederland al Canciller Castro, para darse cuenta que lo escrito por Alvaro Murillo en La Nación es cuando menos amarillista.

De hecho al Canciller se le pregunta:

"Pregunta: ¿Peligra la paz entre ambos países si Nicaragua continúa con su presencia militar en la zona que Costa Rica reclama como suya ?

Respuesta: Si Costa Rica hubiera tenido un ejército, probablemente eso sería una zona de guerra. Pero hemos venido a defender en los foros del derecho internacional la decisión de un país que decide desarmarse hace sesenta años; decide que ese es su modo de vida, que tiene derecho a ser soberano, a tener integridad territorial y al mismo tiempo a ser desarmado...

...Hemos apostado por una forma de ser y es parte de nuestro destino, algo que es consustancial con nuestra nacionalidad; estamos defendiéndolo a plenitud y preparados para dar esa batalla legal con la intensidad que se requiera." (El resaltado no es del original).

Más adelante en la misma entrevista:

"Pregunta: ¿ De continuar escalanado esta situación, podría su país llegar al extremo de congelar relaciones diplomáticas con Nicaragua?

Respuesta: No hemos excluido ninguna decisión de las que se establecen en el derecho internacional, bilateral o multilateral. Hemos analizado y mantenemos vivos todos los escenarios. Es la única arma que Costa Rica decidió ejecutar. Nosotros tomamos la decisión de no recurrir a echar atrás medidas como la proscripción del ejército y tratar de levantarlo de nuevo, ni la intervención de países amigos en forma armada o presencia militar, sino limitarnos al uso de todos los instrumentos del derecho internacional."

Luego ante una pregunta clara, una respuesta del Canciller tajante:

"Pregunta: ¿Da pie esto para decir que Costa Rica, la democracia centenaria, está obligándose a girar hacia una sutil militarización?

Respuesta:
Claro que no. Hay una diferencia considerable entre un ejército y una policía. El ejército tiene una capacidad ofensiva, de ataque. Aquí hablamos básicamente de equipos de movilización. No queremos una artillería pesada para un policía defensiva. Los ejércitos tienen una cultura militar, de secreto, de no control sobre ellos, pero nada de esto opera en una policía civilista. Lo que sí esperamos es que haya una mejoría en el cuido de las fronteras marítimas y terrestres.

Un ejemplo es Panamá, que una vez abolido su ejército, cuida su frontera con Colombia a través de un cuerpo policial especializado, moderno, equipado.

Jamás dar un paso atrás y volver a los viejos ejércitos y las botas militares, que solamente traen a la memoria su sed de política y control sobre la democracia."

El Canciller pasa durante toda la entrevista machacando una y otra vez el deseo de Costa Rica de ser un país desarmado, que confía en el derecho internacional para resolver sus problemas. Pero esto parece que no merece un titular de La Nación.

Hoy mucha gente comenta y pide explicaciones que no hay que pedir, porque nunca fue el interés del jerarca dar a entender lo que un medio de comunicación asegura. Perdemos el tiempo, perdemos energía, perdemos la atención de lo importante y lo que es peor, perdemos la unidad nacional frente a la fuerza invasora.

Parece atinado el debate que hay ahora en los Estados Unidos, frente a una prensa con un lenguaje agresivo, que genera consecuencias no deseadas por nadie.